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Mi revuelta de Espartaco y el marco amarillo



En 1910 (veintitrés años después de su lanzamiento) National Geographic introdujo el fondo amarillo en su portada. En 1970 la mí­tica revista convirtió el marco rectangular amarillo en su imagotipo. En 2018 escribí­ para Editorial Gredos esta biografí­a de Espartaco. Y ahora me llevo la alegrí­a de verla reeditada, con nuevas imágenes, para National Geographic Historia.

En el mundo editorial hay pocas identidades visuales tan reconocibles y longevas como la del marco amarillo. Cualquier aficionado a la lectura o la fotografí­a distingue las portadas de NG cuando echa un vistazo al mosaico de cabeceras de un kiosco. Y detrás de ese éxito hay al menos tres virtudes. La primera es la perseverancia, que dio tiempo al marco amarillo para asentarse en el imaginario del público. La segunda es el realismo, que permitió a los responsables de la marca ver lo que la gente ve y percibir el valor cuantificable aportado por el marco. Y la tercera es la sencillez, que hasta hoy los ha librado de la tentación de «mejorarlo» con algún alarde de ingenio radicalmente innovador.

Así­, lo que empezó siendo solo un marco de fotografía llegó a convertirse en un sello de calidad: algo capaz de añadir una garantí­a virtual de excelencia, interés y cosmopolitismo a todo lo que estampa.


Siempre he reivindicado la perseverancia, el realismo y la sencillez como fundamentos de una buena construcción identitaria, sea visual o verbal. Gracias a ellas National Geographic ha logrado llevar su rectángulo amarillo hasta las puertas de una categoría excelsa en el ámbito del branding: la de marco de discurso. Y Espartaco, que en el año 73 antes de nuestra era edificó su revuelta y su ejército/pueblo sobre las mismos virtudes, hizo tambalearse la prepotente avaricia de Roma hasta provocar cambios reales en un modelo social injusto y convertirse en un símbolo universal.

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