IDENTIDAD VERBAL
Como componente básico de la identidad corporativa, llamamos identidad verbal a la personalidad lingüística de una organización o marca, que emana de su manera de utilizar las palabras al hablar o escribir.
Como disciplina de comunicación y marketing, la identidad verbal es también el conjunto de técnicas y procedimientos que permiten dotar a una organización o marca de una voz propia, inconfundible y en armonía con sus objetivos estratégicos.
Pero la relevancia del lenguaje trasciende el ámbito de la construcción de marca y sobrepasa la utilidad práctica de la retórica persuasiva. Su uso influye en la eficiencia, la productividad, la seguridad y la calidad. Y aún va más allá de lo económico y lo laboral, porque el habla y la escritura son actos políticos:
«No habrá democracia mientras unos sepan expresarse satisfactoriamente y otros no; mientras unos comprendan y otros no; mientras el eslogan pueda sustituir al razonamiento articulado que se somete a ciudadanos verdaderamente libres porque tienen adiestrado el espíritu para entender y hacerse entender». Corría el año 1977 cuando el ínclito filólogo Fernando Lázaro Carreter hizo esta afirmación, y es una pena que siga vigente.
La buena noticia es que al menos en el ámbito de las empresas y las organizaciones crece la sensibilidad lingüística y se están produciendo avances en el cultivo de la identidad verbal. Modestia aparte, yo estoy detrás de algunos de ellos.